Vidas a la intemperie nos habla de la pérdida de un mundo, el campesino, compuesto por muchos pequeños mundos que, como advierte el autor, se han ido alejando de nuestras latitudes en silencio, víctimas de un etnocidio con rostro amable. El libro plantea la necesidad de recuperar las ruinas que explican nuestro tiempo. En este sentido, el escritor de este ensayo nos propone un viaje cautivante al pasado que nos permita comprender un presente en el que nos hemos quedado huérfanos y huérfanas.
[?] Vidas a la intemperie es uno de esos libros fundamentales para las que trabajamos en el ámbito de la soberanía alimentaria porque nos hace repensar y cuestionar las verdades asumidas. Rescata, además, historias de mundos campesinos que nos inspiran en la construcción de resistencias que alimenten la memoria y orienten las prácticas de quienes hoy en día nos empeñamos en mantener un mundo rural vivo.