Este ensayo supone un retrato apasionante de este personaje imprevisible, Juan Ramón Masoliver, excelente editor, premiado traductor –Premio Nacional de Traducción, 1989–, y crítico literario en La Vanguardia durante décadas. Para la autora, Juan Ramón Masoliver es la voz de un intelectual cosmopolita que se definió a sí mismo, por encima de cualquier etiqueta propia o ajena, como un animal de lectura, que dignificó el arte de la traducción, fue un apasionado dinamizador de la lectura, y defendió el oficio de editor como lector.