Una mañana cualquiera, los niños y las niñas, los papás y las mamás y hasta los abuelos, se despertaron encerrados en sus casas. Todos tuvieron que organizarse para entretenerse, para no volverse locos de atar o lo que era mucho peor. ¡morirse de aburrimiento! Desde su balcón, Oliver y el pequeño Guille, tendrán que ingeniárselas para que el aburrimiento no los coja por sorpresa. ¿Lo conseguirán?