Durante los años transcurridos entre el final de la Segunda Guerra Mundial y la irrupción de la televisión como medio de masas, el entretenimiento más popular entre los jóvenes de Estados Unidos fue el cómic. Tan popular, que provocó alarma y verdadero pánico entre los guardianes de la moral y las buenas costumbres. Se organizaron quemas públicas de tebeos por todo el país. Varias ciudades votaron su prohibición. El Congreso intervino y celebró vistas que prácticamente destruyeron las carreras de cientos de dibujantes, guionistas y editores. "La plaga de los cómics" explora las raíces y consecuencias de una polémica que estuvo en el origen de un verdadero terremoto cultural.
David Hajdu explora las raíces y consecuencias de aquella controversia que, a pesar de haber copado en su día las primeras planas de los periódicos, es en palabras del propio autor «un capítulo prácticamente olvidado en la historia de las guerras culturales, que choca con ideas que hoy damos por sentadas sobre la evolución de la cultura popular, entre ellas el nacimiento de la sensibilidad de posguerra; una sensibilidad hosca y descreída, resignada a la violencia y obsesionada con el sexo, recelosa de la autoridad y anclada en la inmadurez de la juventud, que suele asumirse como consecuencia del rock 'n' roll. La realidad es mucho más compleja. Elvis y Chuck Berry fueron la banda sonora de un movimiento creado por los cómics».