Este libro rompedor revisa, a contracorriente de la opinión establecida, lo que se creía saber de las primeras civilizaciones en la llanura aluvial mesopotámica y en otros lugares. Se creía que la domesticación de plantas y animales condujo al sedentarismo y a la agricultura en campos fijos. Sin embargo, el sedentarismo es muy anterior a cualquier evidencia de domesticación de plantas o animales, y tanto el sedentarismo como la domesticación existieron casi cuatro milenios antes de que surgiera una aldea agrícola. Se creía que el sedentarismo y el surgimiento de ciudades eran el efecto típico de la irrigación y de los estados. Pero resulta que ambos son, por el contrario, resultado de la abundancia de los humedales. Se pensaba que el sedentarismo y la agricultura condujeron a la formación de estados, pero sucede que estos solo aparecen mucho después de la agricultura en campos fijos. Se daba por hecho que la agricultura fue un gran paso adelante para la nutrición, el bienestar y el ocio de las personas; lo contrario parece haber sucedido en las primeras fases. Las civilizaciones tempranas eran vistas como imanes que atraían a las personas con el lujo, la cultura y las oportunidades que ofrecían.