Dispara, yo ya estoy muerto es una historia llena de historias, una gran novela que esconde muchas novelas y que, desde su enigmático título hasta su inesperado final, alberga más de una sorpresa y emociones a flor de piel. Hay momentos en la vida en los que la única manera de salvarse a uno mismo es muriendo o matando. A finales del siglo XIX, durante la última etapa zarista, los Zucker, perseguidos por su condición de judíos, tienen que abandonar Rusia huyendo del horror y la sinrazón. A su llegada a la Tierra Prometida, Samuel Zucker adquiere las tierras de los Ziad, una familia árabe encabezada por Ahmed. Entre él y Samuel nace un fuerte vínculo, una sólida amistad que, por encima de las diferencias religiosas y políticas, se mantiene generación tras generación. Con las amenazas, la sed de venganza y muchas pasiones desatadas como telón de fondo, las vidas entrecruzadas de los Zucker y los Ziad conforman un mosaico de traiciones y sufrimientos, de amores posibles e imposibles, al tiempo que plasman la gran aventura de vivir y convivir en un territorio marcado por la intolerancia. Intensa y conmovedora crónica de dos sagas familiares, esta novela de Julia Navarro nos adentra en las vidas de personas con nombres y apellidos, que luchan por alcanzar sus sueños y que son responsables de su propio destino.«Los personajes de esta novela viven conmigo, me han enseñado mucho, forman parte ya de mi historia personal.»
Julia NavarroLa crítica ha dicho...
«La novela más compleja de Julia Navarro. Casi mil páginas que mezclan historia y suspense, drama y política. Una obra decimonónica en pleno siglo XXI.»
J. M. Pozuelo Yvancos, ABC Cultural «Una novela de personajes, unas criaturas en gran medida presas de su época y de los vaivenes históricos de ésta. Un relato ambicioso que se inicia a finales del siglo XIX y llega hasta 1948 recorriendo algunos de los sucesos más importantes de la historia contemporánea.»
AreaLibros«Una intensa y emocionada crónica de una saga familiar que ahonda en el vértigo de la condición humana al tiempo que propone una conmovedora reivindicación de que por encima de las patrias están las personas.»
La Región