Estos relatos de Guillermo Alonso son autobiográ cos, todo en ellos es verdad: Lo del alocado concurso en una televisión autonómica presentado por un mago y una bailarina, lo de la extraña amistad con un ejecutivo de la burbuja.com que tiene una idea muy ambigua de la moral, lo del padre huidizo al que el autor está condenado a parecerse, lo de las gigantescas ratas de Bangkok y los recuerdos de infancia que suscitan, lo de un diente de quita y pon que viaja hasta Italia, se rompe en una autopista y termina en el fondo de un retrete, o lo de la desequilibrada y adorable empleada doméstica a la que se le encarga la misión de vigilar a unos estudiantes universitarios con las hormonas disparadas y demasiada marihuana en sus cajones. Son verdad los personajes siniestros y manipuladores, el despertar al sexo y al amor por los medios equivocados con las personas incorrectas, la mirada esquiva a los convencionalismos y las responsabilidades y la constante e insana curiosidad