La joven Anna Akímovna ha heredado una enorme fábrica y tiene a su cargo a miles de trabajadores. Durante el día de Navidad, mientras sube y baja por los pisos de su enorme casa, reflexiona sobre su soledad y las dificultades de encontrar un buen marido. Anna no se siente a gusto ni en el piso de arriba, donde recibe a los miembros de la alta sociedad con los que le corresponde relacionarse desde que es rica —pero que la menosprecian por su origen—, ni con los del piso de abajo, los trabajadores y las mujeres del pueblo llano que la criaron, de los que ahora la separa su posición.