Conocemos a Camille Claudel, sobre todo, como la amante del también escultor Auguste Rodin. Desde siempre, el papel de las mujeres que intentaron desarrollar su trabajo cerca de hombres de gran proyección ha sido secundario, ha sido una sombra. De este modo es como la autora de esta extraordinaria novela, Michèle Desbordes, intenta rescatar a Camille de su fantasmal condición. Recrea con una poética libre de sentimentalismos la historia de la joven Camille, una sombra en la vida de todos, una extravagante, una exaltada, arrebatada por la vida, por el arte y por el amor que no consiguió nunca ser visible para quienes la conocieron. Un fantasma delicado, bellísimo, sutil, cuya potencia emocional la apartó enseguida de las convencionales sensibilidades que la rodeaban. Ni su familia, ni su querido hermano, ni su amante, ni su entorno nadie consiguió «verla», nadie supo entenderla; nadie, podemos concluir, estuvo a la altura de sus circunstancias.
Encerrada, para librarse de su incómoda tristeza, en un manicomio durante décadas, Camille Claudel ha sido una de las grandes preteridas del mundo del arte. Por suerte, este libro no vuelve a narrar sólo la consabida historia del tormentoso amor, sino que indaga, literaria y emocionalmente, en los interiores del alma femenina, de un alma arrastrada por la belleza, de un alma despojada de toda esperanza y aun así llena de esperanza.