Hamley es un pequeño pueblo donde Edward Wilkins ejerce como abogado, al igual que hizo su padre antes que él. Su habilidad para contar historias y su aguda inteligencia permiten que se gane la simpatía de los nobles locales, aunque por supuesto, nunca lo considerarán como un igual y lo sabe. Conmocionado por la muerte de su esposa y su segunda hija, el señor Wilkins se centra en su hija mayor, Ellinor, cuya vida parece perfecta: está enamorada del joven señor Corbet, un estudiante de derecho brillante y ambicioso; todo le sonríe, hasta el punto de que no advierte el evidente estado de decadencia de su padre, quien, sintiendo el peso de su inadaptación social y de su propio fracaso, vuelca su descontento en vicios, lujos y alcohol. Todo se detiene una noche, una noche oscura en la que Ellinor es testigo de un crimen. Y será este acontecimiento el que ponga patas arriba su vida de un modo dramático.