Desde "La balada de Gilgamesh" a "La Ilíada", pasando por los versos de Petrarca o Keats, Emily Dickinson o Rilke, escribir amores imposibles es uno de los motores de la poesía universal. En este libro se catalogan unos cuantos de estos amores imposibles que, en realidad, no son otra cosa que alegorías de las relaciones humanas. Es el adjetivo “imposible” el que acaba fagocitando al sustantivo “amores”, que es como decir que es la vida adjetiva la que se impone a la vía sustantiva. Ironía (y autoironía), humor, gratitud, ternura, desencanto, miedo, gozo y la enseñanza de que, hagamos lo que hagamos, nunca conoceremos a la otra persona por muy cercana y querida que sea.