Desde los grandes poemas clásicos occidentales hasta cualquier canción folklórica africana, el 'yo' del cantor desaparece, y su lugar está ocupado por una conciencia impersonal. Para mí, el poeta debe siempre romper las trampas de la privacidad, la obturación del subjetivismo, para acceder a una zona abierta de encuentro con el mundo. Desde una indagación en su propia conciencia, el poeta ha de acceder a la despersonalización, porque de lo contrario su experiencia quedará sujeta a una especie de laberinto sin salida. En otras palabras: la disolución del yo da lugar a una libre aparición de la conciencia. Tal vez lo que el poeta persigue es lo que podríamos llamar, de manera paradójica, la intimidad de los grandes espacios, la entrada a un 'afuera', la penetración en la luz.