Me convertí en escritora por desesperación, así que cuando supe que mi hermano se estaba muriendo me familiaricé con el acto de salvarme: escribiría sobre él. Cuando Jamaica Kincaid recibió la noticia de que su hermano menor, Devon, estaba enfermo de sida a los treinta y tres años, viajó a Antigua para cuidar de él durante sus últimos meses. La noticia llegó por parte de un amigo de la familia, ya que ella y su madre habían dejado de hablarse. Hasta ese momento, Jamaica ni siquiera sabía que su hermano era homosexual. Desde su nacimiento, Devon había sido una fuente de problemas para la familia: a los catorce años se había visto envuelto en un asesinato, después se había unido a la secta rastafari y también había sido drogadicto. Jamaica, sin embargo, se había convertido en una famosa escritora afincada en Estados Unidos y, ahora, regresaba a un mundo extraño e impregnado de distancia, tanto de sus parientes como de sus orígenes.