Las esperadas memorias del músico, intérprete, compositor y escritor argentino.Así comienza: «De niño conocí el olor de la muerte». Y así (lógicamente) termina: «Continuará…». En el medio, cuatrocientas páginas de memorias cuyo etiquetado frontal debiera advertir: altas en emoción, agudísimas en cultura pop, refinadas, bestiales, amorosas, explícitas. Fito Páez pasó el encierro pandémico recordando y escribiendo, repasando y puliendo episodios, ajustando cuentas y desarreglando todo lo demás, en un ejercicio de introspección al que la palabra «prodigioso» le queda pintada. De la infancia rosarina narrada en un travelling virtuoso al apogeo de su juventud con la locura de El amor después del amor, el recorrido es, como los mejores caminos, largo y sinuoso. Infinidad de escenarios, nombres, lugares, anécdotas, homenajes, viajes, borracheras… y la tragedia y el amor marcando el ritmo de un relato que parece rapsodia: una suma de partes que hace de este libro de memorias una larga canción perfecta.
«Sucedió más o menos así. Charly, sin saludar a nadie, se sentó a mi lado. “Por qué dicen que vos tenés mala onda conmigo?” Me quedé helado. Me abrazó y sonrió mientras encendía un joint que acababa de sacar del bolsillo de su saco. “Cómo voy a tener mala onda con vos, que sos todo en mi vida?”, le respondí sin salir de mi asombro. Había perseguido a ese hombre por las calles de Rosario en busca de un autógrafo, que nunca conseguí, en varias oportunidades.»