Por su emblemática y vanguardista arquitectura, por su maravillosa oferta gastronómica, por la posibilidad de comprar con estilo y por todos los tesoros artísticos que almacena, París siempre merece una visita. Y es que en la Ciudad de la Luz los museos, los bulevares flanqueados por monumentos y los bistrós clásicos captan la atención junto a una nueva interesante ola de galerías multimedia, tiendas de diseño y start-ups tecnológicas. Además de su grandeza, fascina su intimidad. Sus quartiers (barrios) son como un mosaico de pueblos y, aunque es una de las mayores metrópolis del mundo, con toda la cultura y las comodidades que ello conlleva, sus tiendas, mercados y cafés conservan un genuino ambiente de barrio. Y como cada pequeño “pueblo” tiene su propia personalidad que va evolucionando, se puede decir que en cada visita el viajero seguirá descubriendo y redescubriendo rincones ocultos de la ciudad.