Un menú pitagórico vegano, un menú kantiano servido a la hora en punto, una comida medieval con fondo de 'Carmina Burana' o un Banquete digno del mejor Sócrates. Un ameno recorrido por lo que pensaron sobre la comida –y lo que comieron o bebieron– algunos de los filósofos más ilustres.
Mediado el siglo XIX, el pintoresco pensador alemán Eugen von Vaerst escribió un delicioso texto titulado 'Gastrosophie', una elegía hedonista a la comunión entre el buen comer, el buen pensar y el bien vivir. En su estela, los autores de este libro emprenden un peregrinaje desde las normas culinarias de Pitágoras a la frugalidad de Platón (con la excepción de los higos), ambos más interesados en la pureza del alma o de las ideas que en las alegrías del cuerpo; sin olvidar el idílico Jardín de Epicuro, precedente del autocultivo bio, pasando por la enfermiza manía de ayunar de algunos insignes pensadores del medievo, hasta llegar a la insospechada afición al vino del circunspecto Hegel o a la no tan insospechada querencia por la cerveza y los habanos de un perpetuo aspirante a «bon vibant» como Marx.