Anne Carson no deja de sorprendernos con su capacidad de síntesis y su agudo sentido del humor. En 59 párrafos con sus apéndices, la canadiense nos habla de Albertine, principal personaje de Proust en En busca del tiempo perdido. En esta «rutina de ejercicios» la autora estira y afloja sus ideas de forma tal que nos conduce a sus siempre sutiles preguntas sobre aquello que dice la literatura mayor. Pero la pregunta no es sólo sobre Albertine, sino sobre lo que cada autor dice cuando habla de asuntos como la sexualidad, la muerte, el pasado, la memoria, el recuerdo… Preocupaciones de las grandes voces de la literatura que con la lectura de Carson cobran una lucidez insospechada, pues somete a examen y pone en tela de juicio lo que solemos aceptar como dogma.