Dos profesores españoles se encuentran comisariando la exposición de un fotógrafo argentino en París –en un París actual que asiste desorientado y estupefacto, como el resto del mundo, ante las primerísimas señales de una pandemia vírica – y repentinamente uno de ellos se ve implicado en una situación enigmática de desenlace imprevisible. ¿Qué le sucedió al desaparecido Bruno Ledesma y por qué, tantos años después, se ha avivado un interés por el desenlace que le deparó la dictadura de Videla?
Esa es la punta del ovillo de esta emocionante octava novela de Miguel Herráez. La estratagema sitúa al lector ante un hecho de proyecciones trágicas, tal como fue el período videlista en la Argentina de los años setenta, desde la mirada de un español que parece despertar hoy, transcurridos cuarenta años, frente a aquella locura histórica. La historia de dos dictaduras, la española y la argentina, se muestran inextricables de la historia personal de aquellos que las vivieron, incluso tras tantas décadas, cuyo peso ha traspasado a sus hijos.
Pero esta no es una novela más en torno a la dictadura argentina ni el covid, es una reflexión de profundo calado que pone al descubierto las contradicciones que acompañan a todo ser humano en su propia y compleja existencia cotidiana.