Patricia Benito construye en este bello libro repleto de fotos y textos una experiencia visual, sensorial e íntima que nos hace reflexionar sobre el viaje vital y sobre la lucha de toda mujer contra sí misma. Traté de refugiarme en una habitación de unos siete metros cuadrados, no siempre de la misma ciudad. Desde ella se ven los pájaros y sus nidos, también atardecer, nunca la luna. Este lugar, repartido por el mundo, tiene en común una ventana, un espejo, una planta viva y estos huesos. Diferentes vistas, plantas y espejos, pero siempre el mismo hogar: mi cuerpo. Esto no tiene que ver tanto con la forma como con el fondo: con un alma cansada de luchar contra varios ejércitos despiadados enquistados dentro de ella. De mí. Contra un mundo obscenamente malvado y tímidamente bondadoso, contra la incapacidad de querer y cuidar; contra el miedo, que es lo que lo rompe todo. Me hice bolita hasta que pude abrir los ojos. Me arrastré hasta que fui capaz de caminar. Levantarme ya era una revolución. Este libro es casi un milagro.