Cuando en los años sesenta David Bohm le mostró el problema de la totalidad en la teoría cuántica, Henri Bortoft encontró su origen nada menos que en la obra científica de un celebrado poeta y dramaturgo que vivió a caballo de los siglos xviii y xix: J. W. Goethe. Sin embargo, cuando éste presentó sus teorías sobre el color tras veinte laboriosos años de trabajo, la comunidad científica reaccionó con desdén. El tiempo ha acabado dando la razón a las intuiciones goethianas, mientras que las teorías científicas de su época se ven hoy como pintorescas reliquias del pasado.
Con sutil penetración y gran claridad expositiva, Bortoft nos va introduciendo a través
de la fenomenología hermenéutica de Goethe en las complejidades de la ciencia actual, a la vez que nos inicia en una ciencia de la naturaleza que no contradice sino que complementa a la corriente científica establecida. Ambas pueden ser ciertas, no porque la verdad sea relativa, sino porque revelan dos formas de ver diferentes. Mientras que la ciencia imperante nos descubre el orden causal de la naturaleza, el enfoque inaugurado por Goethe pone de manifiesto la totalidad en el fenómeno mediante una nueva consciencia holística, cada vez más necesaria.