Durante el desarrollo temprano, cada ser humano está expuesto al impacto relativo del trauma relacional -o desconfirmación de aspectos de uno mismo como poseedores de existencia legítima en el mundo de los demás- en la configuración tanto de la capacidad de relación humana espontánea como de la vulnerabilidad relativa al " trauma". En un grado u otro, una onda de afecto desregulado -un "tsunami" disociado- golpea la mente inmadura y si se deja relacionalmente sin procesar imprime una sombra de temor que debilita la capacidad futura de regular el afecto en un contexto interpersonal y reduce la capacidad de confianza, a veces incluso la experiencia, el discurso humano auténtico. En este fascinante tercer libro, Philip Bromberg profundiza su investigación sobre la naturaleza de la relación terapéutica: su capacidad para hacer avanzar el proceso psicoanalítico por un camino que, poco a poco, reduce la vulnerabilidad de un paciente a la persecutoria sombra de la desestabilización afectiva, al tiempo que aumenta la intersubjetividad. Lo que ocurre a lo largo de este camino no ocurre porque "esto" llevó a "eso", sino porque el camino es su propio destino - un logro conjunto que subyace a lo que se denomina en el subtítulo "el crecimiento de la mente relacional".