La insistente pregunta por el ser, su relación con la nada y con el ente, por su naturaleza última, por la legitimidad y el sentido mismo de la pregunta por el ser tal como es y tal como nuestro lenguaje le abre su espacio, son los temas principales de esta obra.
Para Heidegger, la historia de la metafísica es la historia del ser, pero al mismo tiempo es la historia de su olvido, porque la metafísica no se ocupó en preguntar por el ser del ente y su relación con la nada. De ahí que en este texto vuelva una y otra vez sobre la pregunta: «¿Por que es el ente y no mas bien la nada?».
La historia de la metafísica también es nuestra propia historia, es nuestro destino, en la medida en que sólo nuestro preguntar por el ser puede abrir ese espacio en el que el ser puede surgir y mostrarse. Pero este poder de «apertura» no debe confundirse con un poder sobre el ser del ente, no debe pensársela como una relación entre sujeto y objeto. De ahí las críticas posteriores de Heidegger a la ciencia y la técnica y su insaciable apoderarse del ente para hacerlo disponible a cualquier precio.
Detrás de esta exploración ontológica, conceptual, etimológica e histórica están también ciertas huellas del antiguo «error político» de Heidegger. Aunque en 1935 había abandonado cualquier tentación de esperar alguna solución a la decadencia de nuestra cultura desde el ámbito político nacionalsocialista, este texto no deja de mostrar breves relámpagos de admiración por aquel espíritu. ¿Son fingidos o reales? En cualquier caso, al publicar este texto después de la guerra, Heidegger estaba dispuesto a que su discurso se defienda o se denuncie por sí solo.