Hablar de Triana es hablar del mayor fenómeno músico-cultural de la transición española. Ni mucho menos sus protagonistas, Jesús, Eduardo y Tele, eran conscientes de que esto fuese a ser así; sin embargo, tanto la respuesta del público, que los eligió como sus representantes generacionales, como la repercusión que alcanzaron cuando llegaron a todos los hogares del país hicieron de la existencia de Triana un concepto pionero en nuestra tumultuosa década de los setenta. Muchos se tiraron de los pelos, y otros tantos los vieron pasar y no dijeron nada. La prensa especializada y no tan especializada de aquel entonces tuvo que admitir el triunfo que a todos pilló por sorpresa y que no supieron comprender hasta que los jóvenes tomaron como suyo el ideario del grupo. En pleno cambio generacional llegaron a la cima del éxito por méritos propios.
Tuvo que llegar el segundo semestre de 1974 para que Teddy Bautista y Gonzalo García Pelayo ayudaran a Triana a grabar y a conseguir compañía discográfica para así poner en marcha este bonito cuento de romanticismo musical. Eduardo Rodríguez Rodway, fundador del grupo junto con Jesús de la Rosa y Tele Palacios, nos desvela a través de sus vivencias el secreto mejor guardado de Triana. Un valioso testimonio que nos conducirá por la historia de este trío de músicos andaluces que decidieron afincarse en Madrid para dejar plasmada la música callejera sevillana en la cultura popular española, haciendo de ella un género universal y de todos.
Eduardo Rodríguez, el único miembro con vida de Triana, y Pablo Selma evocan en este hermoso libro, repleto de aportaciones novedosas, los orígenes y ascenso del grupo andaluz que marcó una época y cuya música es, todavía hoy, escuchada con auténtico fervor por varias generaciones de españoles.