A los 50, la puñetera crisis no te pilla por sorpresa. Te pilla medio ciega, menopáusica y con tus primeros achaques. Es en ese punto de inflexión que a la peña le coge la pájara de pensar todo aquello que le queda por hacer. Que si tirarse en paracaídas, que si hacerse un tattoo, que si probar el poliamor… Amigas, ¿a quién queremos engañar? Ya no nos queda tanta energía. Os propongo algo mejor: echemos la vista atrás y repasemos todo aquello que SÍ hemos vivido. Ha sido emocionante, divertido y también humillante, para qué negarlo. Pero, sobre todo, podemos decir que lo hemos vivido y, lo mejor, SUPERADO.
Este libro habla de mí. Pero creo que también de todas vosotras. Leedlo. Nos reiremos juntas. Por no decir que nos vamos a mear. Y me temo, que será literal. Vamos a acabar todas con Pérdidas de risa.