Carlos D. Lechuga es un nieto de la revolución cubana. De pequeño soñaba con la muerte de su abuelo, embajador de Cuba en la ONU, interlocutor de John Kennedy en la crisis de los misiles de 1962. La razón era poder ver a Fidel en su entierro.
Cuando crecemos vamos viendo nuestra realidad de una manera diferente a cómo nos la han contado. Las imágenes, los gestos, las palabras, las escenas nos despiertan de un cuento. Esta es tu casa, Fidel era una placa que se colocaba en la entrada de las casas de Cuba en 1959. Desde entonces hasta ahora han pasado muchas cosas, incluidos momentos de gran hambruna, como el llamado Período Especial. La familia, los amigos, la comunidad y la propia vida fueron destruidos para mantener un régimen.
Carlos D. Lechuga comparte en esta memoria los domingos en casa de uno de los líderes de la Revolución, el miedo en la vida cotidiana
de una casa compartida, el descubrimiento del cine y del sexo prohibido, los encuentros con García Márquez y sobre todo el dolor de una familia rota.
Esta es tu casa, Fidel es una distopía real y contemporánea.
El narrador de "Esta es tu casa, Fidel" es uno de los aciertos de este libro. La ingenuidad de un niño que se siente un auténtico pionero comunista y que tiene que descubrir la realidad del funcionamiento de su país en las comidas de domingo en casa de su abuelo. En ningún momento este narrador quiere alejarse de su país, en ningún momento quiere descubirir que vive una mentira, pero no puede dejar de recordar, una vez ha sido expulsado de su sociedad aquellos detalles que nunca lograba encajar: las pistolas fuera de lugar, las frases de García Marquez, las salidas a pescar en el yate, el trato de los hombres que amaban a Fidel al servicio.
Carlos D. Lechuga crea una narración que conmueve por la sinceridad sin ninguna pretensión más que mostrar cómo el ser humano busca la vida por encima de todo, como si naciera para vivir y no para cumplir un papel como pueblo que lo convierte en una especie de zombi.