La obra recoge ese instante fugaz que dura lo que dura un suspiro pero que se recuerda -y se recrea- toda una vida. Lo fugitivo, el momento perfecto que se escapa entre los dedos como el agua, y del que sólo permanece un destello. Una noción de la elegancia muy relacionada con la ligereza. Javier Aznar pone palabras a lo invisible, a lo efímero. A todo aquello que es, al fin, lo único que permanece.