EL GRAN MAESTRO IRLANDÉS GANADOR DEL PREMIO PRÍNCIPE DE ASTURIAS DE LAS LETRAS, DESLUMBRA CON ESTE MEMOIR Y GUÍA ÍNTIMA DE DUBLÍN Y SUS ARTISTAS. «El paseo literario por el que nos guía Banville, siempre entretenidísimo, a través de las calles y los oscuros pasadizos de Dublín, es para no perdérselo. Ya solo las frases valen la entrada».
RICHARD FORD Elgran maestro irlandés deslumbra con esta joya entre la memoria y la guía íntima de Dublín y sus artistas. La alquimia del tiempo posee tantas capas y es tan rica emocionalmente, tan ingeniosa y sorprendente como cualquiera de sus mejores novelas. Para Banville, nacido y criado en un pequeño pueblo cerca de Dublín, la ciudad fue al principio un espacio apasionante, un regalo y, también, el lugar donde vivía su querida y excéntrica tía. Sin embargo, cuando llegó a la mayoría de edad y se instaló allí, se convirtió en el habitual telón de fondo de sus insatisfacciones, y de hecho no tuvo un papel propio en su trabajo hasta la serie de Quirke, escrita como Benjamin Black. Aquella fascinación infantil permaneció oculta en algún lugar de su memoria. Pero aquí, mientras nos guía por la ciudad, deleitándose con su historia cultural, arquitectónica, política y social, Banville saca a la luz los recuerdos unidos a lugares y momentos formativos más importantes. El resultado es un tour maravilloso por Dublín, un elogio tierno y poderoso a una época y un lugar que dieron forma a «un artista adolescente».La crítica ha dicho: «El gran maestro irlandés deslumbra con esta joya entre la memoria y la guía íntima de Dublín y sus artistas. La alquimia del tiempo posee tantas capas y es tan rica emocionalmente, tan ingeniosa y sorprendente como cualquiera de sus mejores novelas».
Zenda«Unas particulares memorias sobre sus filias literarias y en donde da fe de sus recuerdos y sus arrepentimientos. [...] Unas pausadas reflexiones».
Javier Ors, La Razón «La belleza reside en cada una de las novelas de John Banville. En sus manos de orfebre tallador de palabras, este mundo extraño, a veces ajeno y siempre misterioso, se vuelve un lugar más habitable, hermoso, y el lector tiene la sensación de que al menos en ese transcurrir de páginas la vida merece la pena ser vivida. [...] No hay truco que valga. Banville es puro arte».
Inés Martín Rodrigo, ABC