En Aguafuertes, Jesu00301;s del Campo pinta una colorida estampa del Barroco, un tiempo en que el aire oli00301;a a po00301;lvora y los mares a especias. Cada una de estas extraordinarias vin00303;etas02014;de tono costumbrista pero trazadas con la finura del historiador02014;nos trasladan a una e00301;poca cuyos afanes y violencias no fueron obsta00301;culo para el erotismo y el amor, y en cuyas batallas e intrigas se intuye la eterna «danza de los mortales en los caminos tramposos de la vida». Campesinos, exploradores, mu00301;sicos errantes, soldados, comerciantes, espi00301;as y nobles de vida ociosa ofrecen en este relato caleidosco00301;pico una imagen de lo humano con todos sus claroscuros.